TEMORES

EL TEMOR

Los días difíciles que se viven en el mundo tornan más trágica y despiadada la vida interior de las personas. Y quienes no saben cómo enfrentar estas situaciones, suelen convertirse en una fuente de inestabilidad e inseguridad.

Una vida que no se prepara para enfrentar las inseguridades que son producto de los innumerables conflictos que debemos enfrentar, se deshace en un fuerte sismo como un edificio mal construido. El conflicto es, sin duda, un elemento ineludible de la experiencia humana que puede ser altamente destructivo, pero también puede ser el reactor que propicie el bien.

Sin embargo, no es el conflicto en sí el que puede producir algo bueno o malo, sino el carácter de aquellos que enfrentan tal conflicto. Esto equivale a decir que cuando el conflicto estalla, dependerá del carácter de los enfrentados para que ese problema se pueda convertir en un desafío y no en un desastre.

¿Dónde radica la fuente de la fortaleza ante el temor? -En que tenemos que tener un corazón preparado para enfrentar el temor y el miedo y que nos permita no tener que luchar no con un solo frente de guerra si no con un conflicto parecido a una guerra civil. O sea al mismo tiempo interno y externo.

El temor y la ansiedad figuran entre las emociones que destruyen la paz del ser humano y tienden a desmoronar su personalidad. El temor es uno de los elementos indispensables para salvaguardar la vida humana, pero cuando se convierte en pánico, terror, y ansiedad crónica, es algo abrumador y destructivo.

Tomemos medidas “anti-temor” –La principal medida es orar: Tener la firmeza y la certeza en ese preciso momento de que Dios nos levanta; mientras Él, el Señor, se hace cargo de nuestras circunstancias y pensamientos y planea estrategias que no solo fortalecen nuestra comunión con él sino que derrama su corazón ante la dificultad.

Así como la palabra “amor” varía en su significado indirecto desde lujuria y lascivia, hasta devoción y sacrificio; así también, los significados del temor abarcan una amplia gama, desde la prudencia y la previsión, susto y pánico, pasando por el espanto y la reverencia, y hasta “El temor del Señor es el principio de la sabiduría”

Es notable como el temor puede convertirse en un motivo poderosamente creador. Muchas de las cosas que disfrutamos ahora son el resultado del deseo de vencer al temor.

Hemos llegado a llamar al “temor positivo” con diferentes nombres y revestimientos: previsión, vigilancia, prudencia, precaución, cautela, cuidado, sigilo, recato. Nosotros como Nehemías debemos convertir el miedo en previsión ante las amenazas. No importa cuán grande y poderosa sea la amenaza, siempre podremos encontrar un plan de victoria cuando nos ponemos, con esfuerzo y valentía, bajo la asesoría de nuestro Señor.

Los temores secretos se esconden en los sótanos de la personalidad y van royendo las mismas bases de nuestro ser, como enfermedades escondidas que enturbian nuestro espíritu.

Los temores se convierten en ansiedad y angustia subjetiva, que genera innumerables preocupaciones y actos involuntarios que hacen de la vida un verdadero conflicto muy difícil de sobrellevar. Por eso, lo primero es saber que “Una pena entre dos… es menos atroz”. Al aire del día, los temores pueden ser objetivados, entendidos, compartidos, soportados y enfrentados con creatividad y dirección.

El propósito de vida que produce el temor positivo es uno de los motivos más nobles en el corazón del ser humano. Hacerle frente a una situación peligrosa, rehusar la huida y el subterfugio, encarar objetivamente la situación, aceptar el desafío, mantener la dignidad… Todos son motivos inspiradores que celebran la vida. Todo lo contrario es un canto a la muerte. Y se vuelve más noble aún cuando somos capaces de lidiar con nuestro temor en amor por los demás.

El paso final para vencer el temor es la fe. Solo el Señor, solo Él, puede proveer la verdadera seguridad ante el temor de cualquier tipo. Nunca debemos olvidar este pequeño pero potente verso bíblico: “Mirándolos Jesús, dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Dios todo es posible”

¿Alguien vio para donde huyeron mis temores?