LA REFLEXIÓN es:
La mitad de la vida se nos puede gastar defendiéndonos de la experiencia de nuestra pequeñez. Nos cuesta reconocer que somos pobres y que no podemos nada. Y Dios dice: es lo que hace rato deseo que comprendas.
“Levántate y come, te espera un largo camino”.
Solo en la pobreza extrema el hombre se puede hacer humilde receptor de lo más sagrado. Como cuando el Señor le dice a Pablo: “Te basta mi gracia”, le decía: Pablo, te necesito consciente de tu pequeñez de tu impotencia.
Cuando nosotros decimos: ya no se puede nada, ME QUIERO MORIR,.. - Dios dice:
“Ahora empieza todo” ¡sorpresa!
Dios no es un Dios de castigos. Dios es brisa suave, es Paz, es Amor. De quien procede toda gracia. Gloria a él por los siglos de los siglos. Amén.
ME QUIERO MORIR - MÁNDAME LA MUERTE SEÑOR
El discernimiento es la madre de todas las virtudes, y a todos es necesario, ya sea para la dirección espiritual de los demás, ya sea para corregir y ordenar la propia vida.
Elías está pasando una situación durísima: amenazado de muerte huye al desierto de Berseba. Agotado hasta el extremo, se acuesta bajo una retama y se desea la muerte. No es el único que ha vivido esa situación. Agar, esposa de Abraham, Jonás profeta, Job, Tobías y el mismísimo Moisés, han experimentado ese mismo deseo.
(Ver: Gn 21,14-21; Nm 11,14;Tb 3,6; Jon 4,3-8; Jb 7,15)
En todos los casos, Dios salió al encuentro de ellos y fue el comienzo de una experiencia totalmente nueva. Muchos discípulos del Señor, han sentido, a pesar de todo, los mismos deseos de morir cuando han vivido etapas de suma dureza y dolor.
Elías fue alimentado con un pan y un jarro de agua y pudo llegar hasta Horeb donde Dios se le manifestó. Agar y su hijo Ismael fueron los padres de un gran pueblo; Job terminó felizmente sus días rodeado de hijos y riqueza, Moisés pudo llevar al pueblo a la libertad; Tobías recuperó la vista...
Y Dios jamás nos abandona: ¿Cuántos de nosotros hemos sufrido esa y otras tantas tentaciones?. –Somos humanos; y sin embargo Dios fiel a nosotros no permitirá que seamos tentados por encima de sus fuerzas. Resistamos firmes en la fe.
(1Co 10,13; ver 1Pe 5,10)
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