Paciencia
Frutos del Espíritu Santo La Paciencia modera la tristeza. La Mansedumbre modera la cólera.
La moderación ajusta o disminución cualquier conducta u acción excesiva.
Los siguientes frutos disponen al alma a la paciencia, mansedumbre y moderación. Es propio de la virtud de la paciencia moderar los excesos de la tristeza y de la virtud de la mansedumbre moderar los arrebatos de cólera que se levanta impetuosa para rechazar el mal presente. Y la moderación es el esfuerzo por ejercer la paciencia y la mansedumbre como virtudes se requiere un combate que ajuste cualquier conducta u acción excesiva violenta equilibrando nuestras acciones.
Estos frutos del Espíritu Santo, apartan a sus enemigos sin combate, o si llegan a combatir, es sin dificultad y con gusto. La paciencia ve con alegría todo aquello que puede causar tristeza. -Cuando la paz está bien asentada en el corazón, no le cuesta a la mansedumbre reprimir los movimientos de cólera; el alma sigue en la misma postura, sin perder nunca su tranquilidad. Porque al tomar el Espíritu Santo posesión de todas sus facultades y residir en ellas, aleja la tristeza o no permite que le haga impresión y hasta el mismo demonio teme a esta alma.
Paciencia de Jesús en la cruz Si buscas un ejemplo de paciencia encontrarás el mejor de ellos en la cruz. Dos cosas son las que nos dan la medida de la paciencia: sufrir pacientemente grandes males, o sufrir, sin rehuirlos, males que podrían evitarse. Ahora bien, Cristo en la cruz sufrió grandes males y los soportó pacientemente, ya que en su pasión "no profería amenazas; como cordero llevado al matadero, enmudecía y no abría la boca". Grande fue la paciencia de Cristo en la cruz: "Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia" (Heb 12,12). -Santo Tomás de Aquino.
Cuando todo va bien "El siervo de Dios no puede saber cuánta paciencia y humildad tiene mientras todo le vaya bien. Pero cuando quienes debieran darle satisfacción lo contrarían, allí podemos decir cuanta paciencia y humildad tiene exactamente". San Francisco de Asís.
La REFLEXIÓN es: Tres consideraciones para permanecer firmes en la prueba:
1.- Pensar en Jesús y en sus sufrimientos.
2.- Pensar en la comunión de los santos.
3.- Pensar que la prueba nos viene del Padre.
Con esto recuerda que Dios conoce a los hombres en profundidad, y por tanto conoce su miseria; no puede castigarnos con demasiada severidad.
Por lo tanto levanten las manos caídas y fortalezcan las rodillas que tiemblan, enderecen los caminos tortuosos por donde han de pasar, para que el cojo no ser pierda y más bien se mejore.
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