La hiperactividad nos lleva a dedicar toda nuestra energía a metas externas que se oxidan con el paso del tiempo olvidándonos de las cosas importantes de la vida.
Somos esclavos del ruido, calendario y horario. De la compras y de la hipoteca, (casa, carro, terreno, etc). Eso equivale a sobrevivir pero no a vivir consciente y responsablemente. Se ha creado una cultura de la prisa donde buscamos hacer cada vez más cosas con cada vez menos tiempo, es una Dictadura Social que no deja espacio para la pausa, para el silencio, para todas esas cosas que parecen poco productivas. Un mundo tan impaciente y tan frenético que hasta la lentitud la queremos en el acto. Produciendo en la persona la falta de paciencia, la hiperestimulación, la superficialidad, frivolidad, la multitarea.
(El que mucho abarca poco a aprieta).
Vivir en el carril rápido no da oportunidad de saboreas o priorizar en la vida.
La velocidad en sí misma no es mala. Lo que es terrible es poner la velocidad, la prisa en un pedestal. Al principio era sólo en el terreno laboral pero ahora ha contaminado todas las esferas de nuestra vida, como si fuera un virus: -nuestra forma de comer, de educar a los hijo/as, las relaciones, el sexo, hasta aceleramos el ocio. Vivimos en una sociedad en que nos enorgullecemos de llenar nuestras agenda hasta el límite explosivo.
«Creo que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir. Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida.»
«Hoy todo el mundo sufre la ENFERMEDAD DEL TIEMPO: la creencia obsesiva de que el tiempo se aleja y debes pedalear cada vez más rápido»
«La velocidad es una manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu cuerpo y a tu mente, de evitar las preguntas importantes… Viajamos constantemente por el carril rápido, cargados de emociones, de adrenalina, de estímulos, y eso hace que no tengamos nunca el tiempo y la tranquilidad que necesitamos para reflexionar y preguntarnos qué es lo realmente importante.”
«La lentitud nos permite ser más creativos en el trabajo, tener más salud y poder conectarnos con el placer y los otros»
«A menudo, TRABAJAR MENOS significa trabajar mejor. Pero más allá del gran debate sobre la productividad se encuentra la pregunta probablemente más importante de todas: ¿PARA QUÉ ES LA VIDA?
«Hay que plantearse muy seriamente A QUÉ DEDICAMOS NUESTRO TIEMPO. Nadie en su lecho de muerte piensa: «Ojalá que hubiera pasado más tiempo en la oficina o viendo la tele», y, sin embargo, son las cosas que más tiempo consumen en la vida de la gente.»
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